22/11/2024

Casi cinco meses sin ver ni saber de su hijo. El drama atravesado por María José Abarca fue duro, pero después de una afanosa lucha, logró recuperar a su hijo.La historia comenzó el 1 de noviembre de 2018, cuando el padre se llevó al niño para unas vacaciones, pero nunca lo regresó. Pasaron 20 días y estaba inubicable. María José golpeó todas las puertas buscando ayuda, pero la burocracia de la Corporación de Asistencia Judicial, y el no conocimiento del paradero del niño, obstaculizaban cualquier operación que se pudiera hacer desde Chile.Fue en este escenario, que la viñamarina optó por hacer todo por su cuenta, invirtiendo muchísimo dinero en aquello.Lo primero era ubicar a su hijo. Contrató a un investigador privado en el extranjero para realizar este trabajo. Al poco tiempo hubo resultados: estaba en Montpellier, Francia. A continuación hubo que contratar a un abogado francés para interponer una denuncia a la justicia francesa. Los honorarios del jurista también fueron pagados de su bolsillo, consignó La Estrella de Valparaíso.Una vez que se acogió la demanda y el juicio tomó forma, la mujer tuvo que viajar a Europa y quedarse algunas semanas. El juicio fue largo, pero el fallo fue categórico: había que restituir al niño con su madre. Fue recién ahí que se reencontró con el pequeño de siete años.”El padre no me permitió verlo antes, después de que el juez resolvió tuve la posibilidad de verlo”, dice.Así terminaba una pesadilla terrible. Pudo abrazarlo por primera vez, ante la cara de indiferencia del padre, con quien no cruzó ninguna palabra en todo el proceso. Esto fue a finales de marzo.Actualmente, el niño asiste a clases y mantiene una vida normal. María José comenta que se le ve tranquilo, pero con el tiempo irán viendo como se adapta para retomar su vida normal.Sobre el tema de la custodia, reconoce que aún no ha tenido tiempo de preocuparse de eso. Sus esfuerzos están puestos en el bienestar de su primogénito. “En algún momento tendré que ver eso”, explica, señalando que el padre del menor sólo se limitó a entregar al pequeño quedando sin ningún tipo de sanción.DecepcionadaPese a este “final feliz”, María José no puede olvidar la inoperancia de las autoridades para ayudarla. “Si no es por lo que yo hice particularmente, nunca recupero a mi hijo”, sentencia.En efecto, fueron sus esfuerzos personales los que lograron avances importantes. Desde su propio bolsillo pagó investigadores, abogados, pasajes y estadía. “Me gasté todos los ahorros de mi vida”, dice.En el avión de vuelta al país, ya se sentía segura con el niño, pero venía otra desagradable sorpresa.En el ingreso nacional, los funcionarios de la PDI le pusieron problemas para entrar con el niño, y no lo autorizaban a ingresar. Tuvo que explicar su situación, y luego de una hora de espera, obtuvo por fin el visto bueno. Fue por ese mismo ingreso , que el padre pudo llevarse al niño de forma irregular. ¡El mundo al revés!

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